06 octubre 2018

Viaje corto a El Oro y Tlalpujahua, segundo día.

Hoy será la comida para celebrar los 83 años de Pedro Alvarado, pero antes nos dimos cita en el hotel para desayunar; como precisamente hoy, Bruno Pecero cumplía 81 años, nos apresuramos a felicitarlo con el recuerdo de que hace un año estábamos en Ozuluama festejando sus 80 años; aquí vemos la cola que se formó para darle su abrazo.
El turno era para Efraín.
Margarita.
Lalo.
Rafa.
Bruno, con la felicidad marcada en su rostro, agradeció que nos hubiéramos acordado de su cumpleaños.
Dado que en este hotel no hay servicio de restaurante, concertamos nos prepararan un desayuno ligero para 30 comensales; en principio se comprometieron a hornear una cabeza de res; destazar sus partes carnosas como ojo, lengua, sesos, cachete, etc. y así servirnos los clásico tacos de cabeza, lo cual, en su momento no fue del agrado de la mayoría; optamos por una segunda alternativa: que cada quien saliera al mercado a comer por su lado la especialidad de los sábados y domingos que es ¡tacos de cabeza! pero la idea era convivir y evitar la desbandada; la solución fue un desayuno a base de corundas con su respectiva salsa y crema, acompañadas de fruta, jugo y café; en la foto Ivonne, Bruno, Jose y Segio.
Joel, Gonzalo, Cuca, Loli, Efraín y Rafa.
Judith, Lalo, Álvaro, Estelita y Luis Rolando de pie.
Otra vez Luis Rolando de pie con Margarita, Ladislao, Carlos e Irene.
Miguel, Poleth, Luis Rolando y Cristy.
Caco, Orlando, de nuevo Luis Rolando y Pily.
Ramón, Claudio, Luis Rolando (que ganas de estarse retratando), María y Felipe.
Foto tomada desde el comedor.
Al fondo la Parroquia de la Virgen del Carmen.
Un acercamiento.
Esta es la calle en donde se ubica el hotel.
La misma calle.
Lo que está enfrente del hotel.
Terminado el desayuno y después de la obligada compra de esferas, nos dirigimos a la entrada del pueblo en donde, según el plan, nos esperaba el autobús para conducirnos a la casa de Pedro; sin embargo, el conductor nos informó, vía celular, que habiendo consultado a su patrona, ésta le había dado instrucciones de no moverse, ya que ese lugar es inaccesible para el autobús (seguíamos extrañando a Rubén); resolvimos el problema con la ayuda de una vendedora de artesanías quien diligentemente llamó a varios taxis de sitio, para que nos llevaran por la módica cantidad de $35.00, pero al llegar nos cobraron 50.
Esta es la calle por donde enfilaron los taxistas hacia la casa de Pedro, la cual, dicho sea de paso, está ubicada en las afueras del pueblo y sobre la carretera; cada quien le pidió a su taxista el número de su celular para llamarles cuando tuviéramos que retornar.
En menos de 15 minutos ya estábamos en casa de Pedro; Rebe esperó a que termináramos de dar el abrazo de rigor, para organizar la toma de la foto.
Esta es la cocina que Rebe improvisó en uno de los patios; en el extremo izquierdo podemos ver a una persona haciendo tortillas a mano, las cuales fueron una delicia, pues lo primero que se nos ocurrió fue hacer tacos de queso con guacamole.
Al fondo se ve la cazuela con mole poblano, a la derecha una olla con las piezas de pollo y al frente una olla similar con sopa de fideo; no se alcanza a ver otra cazuela con el arroz a la mexicana.
Nos acomodamos en una mesa larga haciendo escuadra con una más corta; hubo tequila, cervezas y vino tinto.
Muy contenta vemos a Estelita partiendo una pierna de pollo.
Vista panorámica de todos los comensales.
Otra foto similar.
En este lado puros Electricistas.
Y aquí también, excepto Sergio.
Mientras que en este costado quedaron los Mecánicos.
Aquí también, excepto Gonzalo.
Ya habíamos terminado de comer, cuando llegaron Felis y Lobito con un retraso de 2 horas y es que ellos venían de un paseo por el rumbo de Tarandacuao localidad en donde Felis tiene una casa.
Con tan mala suerte que a los pocos minutos se soltó una tormenta que nos inundó el escenario.
Las lonas no resistieron el peso del agua, por lo que fue necesario desalojar el lugar.
Arrinconándonos en el lugar más protegido; Rafita aprovecha para brindar.
Lo mismo que Judith.
Una parte de la concurrencia se acomodó en un pasillo.
Mientras Felis decía salud en espera del rico mole.
Rafa, Rebe, Helvia y su primo.
De repente Carlos, Bruno, Lobito y Efraín, se acercaron a Pedro para cantarle Las Mañanitas, mismas que fueron secundadas por el respetable.
También se acercó Ladislao.
Fue agradable escuchar al unísono esta pieza musical.
En cuanto la multitud coreó "la luna ya se metió", se deshizo el coro.
Para que Pedro partiera el pastel.
Tomando las herramientas necesarias.
Y actuando en consecuencia.
Llegó la noche y la lluvia no cesaba; así que Felipe, más bien María, llamó al sitio para que nos enviaran 5 taxis; atravesamos el gran patio sintiendo el rigor de las gotas frías de la lluvia y abordamos el primer taxi que vislumbramos, sin tener conciencia que Felipe, el de la iniciativa, no alcanzó a ninguno, por lo que tuvo que esperar, en medio del agua, a que llegaran otros taxis.
Por fin llegamos al hotel; Claudio tuvo la gentileza de invitarnos una botella de tequila que Ramón salió a comprar junto con alguna botana; esta foto es histórica, pues la obtuve en el preciso momento en que el América le anotaba el tercer gol a los Tigres, ganándole por 3 a 2.
Sergio, Ramón, la botella de tequila e Ivonne.
Con esta foto y siendo las 11:00 p.m. terminamos un día redondo: celebramos el cumpleaños de Bruno, el de Pedro y ganó el América.

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