Los abrazo no se hicieron esperar; el primero que lo hizo fue Felícitos atestiguando la nieta de Bruno. |
Ahora fueron Zoilo y César, hijo de Lobito. |
El turno fue para Lalo. |
Felipe haciendo lo propio. |
Manuel llegó hasta con regalo: la botella que pueden ver. |
Gran esfuerzo de Rubén, quien se trasladó desde Cuernavaca con tal de poder brindar con Bruno. |
Y que decir de Beto, viajando desde un lugar poco más lejano: Celaya. |
Adriana, la hija de Bruno, en amena plática con Judy y Lalo. |
Un aspecto de la mesa que en forma de herradura, montó el personal de La Rambla para 30 comensales. |
Vista de un costado de la mesa. |
El otro costado de la mesa. |
Sorprendimos a la pareja feliz, Ivonne y Sergio. |
Empezaban los brindis a la salud de Bruno. |
De improviso, se puso de pie Rubén para hacer una breve descripción de la trayectoria de Bruno dentro de PEMEX. |
Cuando terminó, Zoilo pidió la palabra para resaltar las motivaciones de un grupo de ochenteros herederos del gran prestigio de nuestra escuela y fundadores de Zacatenco. |
Al finalizar tan brillante discurso, no resistimos el impulso de volver a alzar nuestras copas para hacer otro brindis a la salud de Bruno. |
Como aquí podemos ver. |
Un acercamiento. |
Que captó la atención de los asistentes. |
Pedro en primer plano, con su gorra que le da personalidad. |
Y llegó la hora de la comida. Como primer tiempo nos ofrecieron a escoger: caldo ranchero con verduras o pancita. |
Como segundo tiempo, una tostada de ceviche de camarón con pulpo. |
O rajas de chile poblano con crema. |
Aunque debido a la dieta impuesta por los médicos, Bruno tuvo que conformarse con un plato de arroz blanco cubierto de dos huevos estrellados. |
Como plato principal, pollo a la jardinera. |
O cochinita pibil. |
Para cuya digestión debe acompañarse con un buen vino tinto, lo que fue motivo para hacer otro brindis a la salud de Bruno. |
No podía faltar el típico trío que, de repente, hace su aparición en las mejores cantinas de la Ciudad, para empezar cantando las mañanitas. |
Con el beneplácito del respetable, que gustoso volvió a levantar sus copas para brindar a la salud de Bruno. |
Mientras el trío continuaba tocando laos boleros más románticos de nuestros tiempos, hasta completar el mínimo de una hora. |
Faltaba apagar las velas del tradicional pastel, que ya prendidas formaban el número mágico: 86. |
Bruno volteaba para cerciorarse de que todos estuvieran atentos al protocolo. |
Momento en que Bruno apagaba las velas con tremendo soplido. |
Y todavía faltaba lo mejor: la jugada de dominó que se llevó a cabo en 2 mesas. Aquí vemos a los 9 que se quedaron hasta el final. |
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