Una vista de la poca concurrencia. |
Algunas mujeres hicieron su grupo aparte. |
Pero otras, como Armida y Tina, fueron fieles a sus consortes. |
También Pily. |
Después del tremendo viaje, no había de otra que apagar la sed con unas cervecitas bien frías. |
Que Arturo, mi yerno, diligentemente servía. |
De repente, algunas se pusieron de pie para preguntar ¿y la paella cuando? |
Por lo que fue necesario, primero, organizar la lumbre, para lo cual todos daban órdenes y sugerencias. |
Hasta que se les prendió el foco tomando a un barril como quemador a base de leña; aquí vemos, entre otros, al sobrino y tío, Sergio y Miguel, respectivamente. |
Felipe tuvo que intervenir para que la leña proporcionara el calor suficiente. |
Por fin el problema fue superado y todos sonrientes. |
Entonces intervinieron Orlando y Amalia quienes mostraron sus dotes de cocineros, pues con una rapidez increíble rebanaron todos los ingredientes que Felipe había traído desde México. |
Aquí los vemos en plena acción. |
Quien iba a imaginar que Orlando tuviera esas cualidades de chef. |
Todo lo hacía bien bajo la supervisión de Felipe. |
Etapa también superada, por lo que ahora solo faltaba incorporar todo a la cazuela, vulgarmente denominada paella. |
Mientras Felipe no dejaba de remover, vemos a José Luis muy sonriente. |
Hasta Fidel se acomidió a ayudar a Felipe en la movida. |
Después como de una hora de cocimiento, la paella quedó lista para servir y a una indicación de Felipe se formó la cola; los que empezaron fueron el hijo de Miguel, su nieto, su nuera, mi hija Tita y Cristi. |
Tina, Estelita, Amalia y Fidel. |
Llegaban a su destino Amalia y Fidel. |
Aurorita y José Luis. |
Luis Rolando |
Mayra, la hija de Álvaro. |
Cristi. |
Lalo. |
Pily. |
Álvaro. |
Orlando, Arturo y Tere. |
Otra vez Orlando. |
Y otra vez Tere. |
Y al final, nada menos que el anfitrión. |
La repartición terminó con un abrazo entre Felipe y Miguel. |
Cuando ya caía la noche nos tomamos la foto de los 11 entusiastas; de pie, José Luis Beristaín, Felipe Varea, Álvaro González, Miguel Galván, Sergio Galván y Fidel Rebolloso; sentados, Octavio De La Torre, Luis Rolando Figueroa, Orlando Camacho, Juan Vázquez Lombera y Lalo Fernández, de los cuales ya se nos adelantaron Fidel, Álvaro y Juan. |
Antes de despedirnos pasamos al interior de la casa. |
Nos juntamos en el comedor pero sin tomar asiento, pues teníamos que apurar el camino de regreso por lo riesgoso, dada la oscuridad. |
Por más que deseábamos que la plática fuera breve, nos enfrascamos en una serie de anécdotas. |
Explicadas en su mayoría por Miguel. |
Y nos resitíamos a sentarnos para no dilatar la plática. |
Pero todo era inútil; Miguel continuaba comentando hechos realmente interesantes. |
Que nos dejaban con buen sabor de boca. |
Hasta que por fin dio por terminada la sesión con tan buen tino, que sugirió no regresar a México, sino quedarnos en el hotel Hacienda de Cocoyoc, ofreciéndole a mi hija una habitación en su casa para no exponer a su bebé. |
Idea que nos entusiasmó a algunos, aunque la mayoría prefirió regresar a su destino. |
Nos acercamos para una foto. |
Para que los demás se juntaran también. |
Y al final todos; solo faltó Sergio, quien ya había hecho la graciosa huida. Algunos enfilaron a México y otros al hotel; Cristi y yo nos acomodamos en la camioneta de Fidel, ella atrás con Amalia y yo adelante con Fidel, quien tomó un camino equivocado, ya que la noche era espesa y no pudimos seguir a Juan, Álvaro, José Luis, Miguel y Orlando que se nos adelantaron; la carretera estaba solitaria, con mucha vegetación y mas negra que mi conciencia; cuando de repente nos impiden el paso como 10 mozalbetes alumbrándose con lámparas, lo que nos obligó a detenernos; lentamente se nos fueron acercando; le dije a Fidel "no vayas a bajar el cristal", pero ellos nos obligaron; yo pensé "hasta aquí llegamos; que Dios se apiade de nuestra alma"; Fidel se vio obligado a bajar el cristal y cuando estábamos indefensos, nos mostraron algo que en su interior tenía una vela y casi al unísono dijeron "¡¡¡No nos dan para nuestra calavera!!!" por un reflejo natural, saqué un billete que ni supe de cuanto era y les dije "repártanselo" al mismo tiempo que nos acordábamos que era día de muertos. |
Serían como las 10 de la noche cuando arribamos al hotel e inmediatamente nos arreglaron una mesa larga para tomar una merienda. |
A la mañana siguiente tomamos el bufet; para entonces ya habían llegado mi hija y el hijo de Miguel, a quienes vemos al frente de la foto. |
Captamos a las orgullosas abuelitas con sus respectivos nietos: Cristi y Tere. |
Después del desayuno nos tomamos la foto. |
Aprovechamos para hacer un recorrido por la Hacienda; aquí en la capilla. |
En uno de tantos atractivos. |
Teniendo como fondo la capilla. |
Finalizamos esta reseña con una foto que muestra el porqué este hotel estuvo y seguirá estando de moda. MUCHAS GRACIAS MIGUEL POR TU HOSPITALIDAD. FUISTE EL CULPABLE DE QUE PASÁRAMOS UN DIA DE MUERTOS INOLVIDABLE. |