06 abril 2020

Recuerdos: nuestro viaje a Tlaxcala en el 2003

La cuarentena continúa en esta Ciudad de México; conscientes de que nosotros, los ochenteros, somos los más vulnerables, nos hemos encerrado en nuestras casas, añorando nuestras comidas semanales con jugada de dominó; hoy se cumple el tercer lunes consecutivo sin convivir con los chómpiras y no nos queda más remedio que recordar aquéllos momentos felices, uno de ellos: nuestro viaje fugaz a Tlaxcala, atendiendo a una invitación de nuestro querido León Sametz, para conocer una gran industria llamada Trefilados, ubicada en Huamantla. Muy de mañana del viernes 17 de octubre del 2003 emprendimos nuestro viaje, en un autobús rentado, un total de 20 pasajeros (10 compañeros incluyendo a sus parejas); allá nos esperaban el anfitrión León y mi hija Tita quien se había encargado de organizar las actividades turísticas junto con mi yerno Arturo.
Llegando a Tlaxcala el autobús se estacionó cerca del centro, para visitar el Palacio Municipal, cuyos murales son un atractivo turístico de fama mundial, no pudimos obtener fotos nítidas debido a las restricciones para usar flash.
El guía asignado por el Gobierno de Tlaxcala nos hizo una descripción bastante detallada del significado de los murales.
Terminada la visita, nos dirigimos a pie a un restaurante que por aquél entonces gozaba de fama por su arte culinario: Los Naranjos; nos prepararon una comida especial a base de ingredientes artesanales como es la sopa tlaxcalteca que contiene un sinnúmero de vegetales sazonados con las especias típicas y el clásico mixiote de carnero, pero lo mejor fue el pulque curado de 2 sabores, de guayaba y de café, siendo este último la sensación de los comensales, pues realmente en ninguna región lo habíamos probado; aquí vemos a Felipe ocupando el lugar de honor, o sea la cabecera.
Una vista lateral de la mesa.
Captamos a José Luis Beristaín en plena acción.
Otra vista.
Tomó la palabra Sergio Galván, el caballero del buen hablar, quien con su clásica elocuencia agradeció el esfuerzo conjunto para llevar a cabo este paseo.
Otro aspecto del discurso.
Al final nos tomamos la foto del recuerdo; podemos identificar, de pie, a Guille, Tere, Miguel Galván, Felipe Varea, Fidel Rebolloso (q.e.p.d.), José Luis Beristaín, Vicente Rocha, este servidor, Luis Rolando Figueroa y mi yerno Arturo; sentados, Raquel (nieta de Roberto Santana), el propio Roberto, Celia, Estelita, Álvaro González (q.e.p.d.), Celia, Ma. Elena, Aurorita, Orlando Camacho, Pily, mi hija Tita con mi nieto Arturito (de solo 6 meses) y Cristi; faltó Sergio Galván con su hija Astrid y León, que hasta el día siguiente se incorporaría al grupo; abordamos el autobús rumbo al hotel, pero antes cuando caminábamos por el centro, Orlando le dijo a Felipe "no se te antoja un puro" y él contestó "claro, pero supongo que en este pueblo no venden", por lo que tuve que intervenir para pedirles me acompañaran; caminamos como 2 calles y en una esquina encontramos un local que vendía ¡¡¡puros de todo el mundo!!!
Nos hospedamos en el Hotel Calinda que coincidentemente había sido el Centro de Capacitación de CFE, ubicado en Atlihuetzia; aquí ya estábamos desayunado al día siguiente; en la mesa Roberto, Celia, Felipe y Raquel..
Con la presencia de León Sametz, ya integrado, en la mesa de sus compañeros Mecánicos, Fidel y Álvaro, con Amalia y Estelita.
Aquí vemos al tío y al sobrino, Miguel y Sergio, respectivamente, con Astrid y Tere.
El matrimonio Rocha.
Y el matrimonio Beristaín.
Celia, Cristi y Tere.
¿Será por esto que le llaman las cascadas de Atlihuetzia?
Desde nuestra habitación captamos la cascada y el autobús.
Llegamos a Huamantla e inmediatamente nos fuimos acomodando en los lugares dispuesto para escuchar la presentación de lo que es Trefilados y los productos que exporta.
Una parte de la concurrencia.
Otra parte.
Y otra.
Hasta que hizo su aparición León, quien nos explicó a detalle los procesos; realmente nos quedamos impresionados al saber que en nuestro país se fabrican estos productos que, a su vez, son materia prima para la elaboración de una gran variedad de artefactos.
Captamos a León en plena plática descriptiva.
Otra.
Con gran atención seguíamos la disertación de León.
Al término de la plática nos dirigimos a la fábrica.
Un aspecto de la visita.
Como si en verdad entendieran los procesos, vemos a Amalia, Cristi y Estelita.
Antes de abandonar el lugar, tomamos esta foto.
Para dirigirnos a la Hacienda de Soltepec, lugar que opera como restaurante y hotel ¡con solo 8 habitaciones de super lujo!
Antes de entrar al restaurante, nos tomamos esta foto en la capilla.
Nos montaron una mesa en forma de herradura para los 23 comensales; por cierto, León nos invitó pero al mismo tiempo nos pidió que, debido a lo corto del presupuesto, seleccionáramos lo más barato; ante la oportunidad que nos brindaba un lugar de esta categoría que, probablemente, nunca más volveríamos a tener, optamos por pedir, nada más de entrada, platones de escamoles y de gusanos de maguey ¡que era lo más caro!
Lo sentimos por León, pero aprovechamos la oportunidad para darnos un banquete inolvidable.
Todavía nos dimos el lujo de pedir un digestivo con un buen café expreso.
León pagó la cuenta, sin aceptar alguna cooperación de los tragones; antes pedimos permiso para visitar la cocina.
A la salida tomamos esta foto.
Y esta antes de abordar el autobús que nos regresaría a Tlaxcala, en donde cada quien cenó según su gusto y así concluir un sábado maravilloso.
Serían como las 8:00 a.m. del domingo 19 de octubre del 2003, cuando ya estábamos desayunando en el comedor del hotel, conscientes de que nos esperaba un día muy agitado.
Al término del desayuno.
Tomamos esta foto para reflejar la belleza del lugar.
Al bajar por una ladera antes de llegar al autobús, volvimos a posar para otra foto.
Nuestro recorrido empezó en el centro, siguiendo las instrucciones de nuestro guía.
Nos mostró los lugares más interesantes.
Uno de los cuales fue, sin duda alguna, el Ex Convento de San Francisco.
Cuyo interior está plagado de obras de arte.
Como este púlpito.
O como este altar, aunque no se pudo fotografiar con flash.
Una muestra del estilo barroco.
Otra.
En verdad digno de admiración.
Y este más.
Que admiramos antes de salir.
Todavía afuera, el guía continuaba con sus explicaciones.
Última disertación del guía antes de emprender la retirada.
Que fue, otra vez, hacia el centro para admirar las artesanías; Fidel y yo nos sorprendimos de ver estos títeres de nuestra época; cuando yo tomé uno en mis manos alguien exclamó "¡miren 2 títeres juntos!"
Ya con calma, nos tomamos una foto al pie de este monumento.
Que aquí pueden apreciar en toda su magnitud.
Ya para finalizar, el guía nos llevó a la basílica Virgen de Ocotlán.
Cuya fachada es esta.
Con una rapidez increíble, nos dirigimos a Cacaxtla, último destino de nuestra visita; cabe mencionar que este lugar es el paseo familiar de los domingos, por lo que es toda una hazaña poder estacionarse y más un  autobús de esta dimensiones; ya ni se diga la caminata que hay que hacer desde el estacionamiento hasta las ruinas.
Que están en proceso de rehabilitación.
Y que solo pueden verse desde un corredor en lo alto.
Desde donde tomamos esta última foto.
Antes de encaminarnos al autobús, que no era nada fácil, nos tomamos la última foto.
Por fin llegamos al lugar en donde estaba estacionado el autobús, pero fue demasiada la caminata con el sol en todo su esplendor, por lo que algunas no pudieron y se sentaron en la vil banqueta.
Nuestra comida de despedida fue en el famoso restaurante Las Cazuelas, que está sobre la carretera, pero a la entrada; como nosotros íbamos hacia la salida, el chofer no pudo darse la vuelta en "U" y nos dejó del otro lado, por lo que tuvimos que cruzar la carretera a pie; le pedimos al chofer que mientras comíamos, él acomodara el autobús en el mismo lado del restaurante; esto en previsión de que pudiera haber un contra tiempo, ya con unos alcoholes adentro.
Afortunadamente y como ya se ha hecho tradición, en nuestros viajes nadie se excede en la bebida y todo termina con la alegría propia de grandes camaradas desde la escuela.
Una vista de la mesa; por haber sido domingo había gran concurrencia.
La comida excelente, a base de antojitos como sopes, quesadillas, tlacoyos, sopa de médula, mole de olla, carnitas, barbacoa, etc.
Que obviamente se acompañan con una cervecita bien fría.
Como de costumbre, Orlando se encargó de pedir la cuenta, hacer el prorrateo, cobrar y pagar, para después dejar constancia de lo bien que la pasamos, con esta foto del recuerdo.
GRACIAS LEÓN; ERES UN GRAN TRIUNFADOR QUE GUSTAS DE COMPARTIR CON TUS COMAPAÑEROS Y AMIGOS.

Comida jugada en el día más caluroso.

Mientras el termómetro marcaba una temperatura superior a los 30°C nosotros nos dábamos cita en La Rambla para continuar con nuestra tradici...